sábado, 6 de agosto de 2016

Cáncer de esófago en una Paciente con Escoliosis Juvenil. Reporte de un caso

Reporte de caso.  Cáncer de esófago en una mujer con escoliosis: reporte de caso
Hugo Castro. Oncólogo Médico. Grupo Médico Ángeles. hugoraulcastro@hotmail.com
Presentación de caso: se presenta el caso de una paciente de 42 años de edad, originaria de Guatemala, operaria textil, soltera, que presenta historia de un año de malestar general, dolor epigástrico, síntomas de reflujo y fatiga.   No ha presentado pérdida de peso.  La paciente tiene antecedente importante de que a los 12 años fue diagnosticada de escoliosis adolecente idiopática por su pediatra y estuvo sometida a estudios radiográficos continuos, con curvatura de columna  de 40 a 60 grados, ella no recibió tratamiento quirúrgico y desarrolla sus actividades diarias sin impedimento.  No tiene historia de uso de alcohol ni abuso de drogas.
Al examen físico la paciente presenta un peso de 51 kg (IMC = 19.7), signos vitales en límites normales, se aprecia curva escoliótica a la derecha de 49 grados de T5 a T-12.  Su examen  neurológico fue normal.  La paciente tenia leve dolor a la palpación del abdomen.  El resto del examen físico fue normal.  Los exámenes de laboratorio de rutina fueron normales.
La endoscopia gástrica superior demostró una lesión polipoide de 20 ml (Figura 1), que obstruye el 40% de la luz del esófago, ulcerada en el tercio medio del esófago.  La biopsia de esta área se reportó como adenocarcinoma pobremente diferenciado, (Figura 2), el ultrasonido endoscópico demostró involucro de la serosa pero no de ganglios.  En la TAC no hay evidencia de ganglios ni de enfermedad metastásica.  Se clasificó como etapa clínica T3 N0 M0 (etapa IIa).  También se reporta  curva escoliótica torácica principal de convexidad derecha.  (Figura 3)
La paciente fue valorada por el equipo multidisciplinario en la clínica de tumores por cirujano oncólogo, neumólogo, oncólogo médico, cardiólogo, anestesiólogo y radio oncólogo, se determinó alto riesgo quirúrgico, y recibió radioterapia  (64 Gy en 32 fracciones) junto con quimioterapia con cisplatino simultáneo (75 mg/m2) y docetaxel (75 mg/m2) día  1, 21, seguida de 2 ciclos adicionales del mismo esquema de quimioterapia administrada cada 3 semanas con intención curativa.  La paciente fue seguida con endoscopias cada seis meses  y tomografías cada 8 meses por 2 años.  Ella cumplió tres años del tratamiento sin evidencia de enfermedad tumoral.



La escoliosis (palabra derivada del griego que significa curva), se define como una desviación de la columna vertebral en el plano coronal con un ángulo de Cobb > 10 grados acompañada de la rotación de los cuerpos vertebrales (1-2).   Aproximadamente  el 80% son idiopáticas y el 20% restante son secundarias a malformaciones congénitas de la columna vertebral, a displasias óseas o trastornos neuromusculares (3). 
La escoliosis clásica se divide en tres grupos según la edad de la aparición: escoliosis infantil ocurre en los primeros 3 años de vida y de curva a la izquierda, la escoliosis  juvenil aparece entre los 4 – 10 años, es de predominio femenino y la curva escoliótica es hacia la derecha, y la escoliosis del adolescente se presenta entre los 10 y 16 años de predominio femenino, su patrón más común es de una curva escoliótica torácica de convexidad derecha y afecta entre el 1 y el 4% de la población adolescente.  El tratamiento quirúrgico se aplica a menos del 1% de los casos (2,4).
Aun con la posibilidad de técnicas de imagen modernas los rayos x continuan siendo el método de elección para el diagnóstico y seguimiento de los pacientes con escoliosis (5).  Otros estudios como la tomografía y la resonancia magnética nuclear deben realizarse en aquellos pacientes  que presentan dolor o disfunción neurológica, en pacientes con curvaturas complejas y para planear la cirugía o el seguimiento postquirúrgico (6).
El método de Cobb es el más difundido para la medición de las curvaturas fisiológicas o patológicas de la columna, tanto en los planos coronal y sagital, así como en las proyecciones con inclinación lateral. Inicialmente fue descrito para la medición de la escoliosis, midiendo el ángulo formado por la intersección de dos líneas trazadas paralelas al platillo superior de la vértebra proximal y al platillo inferior de la vértebra distal de la curva escoliótica; este es el método "directo" o "de dos líneas", útil y de elección en ángulos grandes. 
El número total de radiografías para el seguimiento de los pacientes es variable, debiendo practicarse controles cada 4 – 6 meses hasta que la maduración esquelética se ha completado, alcanzando más de 22 placas radiográficas de la columna completa, siendo este número mucho mayor si el paciente presenta escoliosis severa o bien es sometido a tratamiento quirúrgico (7,8,9).  Esta exposición a los rayos x aumenta el riesgo de morir por cáncer de mama de las pacientes con escoliosis respecto a la población general (10-14).
Se calcula que desde los años ochenta ha habido un incremento del 600% en la exposición a radiaciones médicas en los Estados Unidos lo que ha ocasionado por un lado grandes avances en la radiología diagnóstica, pero por otro lado ha ocasionado un incremento del riesgo desarrollar cáncer (15). 
La dosis de radiación es la cantidad de energía absorbida por el cuerpo de las interacciones radiantes.  Diferentes tipos de radiación pueden producir diferentes efectos biológicos y la magnitud de estos efectos puede variar dependiendo  de la cantidad de radiación recibida (16).  Todas las radiaciones electromagnéticas (rayos X, rayos gamma) o de partículas (partículas alfa, partículas beta, protones, neutrones) son carcinógenas.  Hubo un tiempo en que la radioterapia se empleó para muchos procesos benignos, por ejemplo, la espondilitis anquilosante.  La vigilancia de estos pacientes ha descubierto un aumento de 10 a 12 veces  la frecuencia de leucemia, que alcanzó un pico tres a cinco años  después de la exposición a la radioterapia  (17).  Igualmente las mujeres que habían recibido radioterapia de la región pélvica  para trastornos benignos experimentaron un aumento del triple al cuádruple en la frecuencia de leucemia (18).
La energía radiante produce lesiones en la membrana  también lesiona el ADN rompiendo residuos específicos y enlaces de hidrógeno, en otras palabras la carcinogeneidad de la radiación ionizante parece estar relacionada con su mutagenicidad y el médico no debe olvidar que cualquier célula puede transformarse en cancerosa si se expone lo suficiente a energía radiante.
Se estima  que la dosis de radiación percapita en los Estados Unidos se incrementado casi 600%, desde la década de los ochenta hasta el 2006, este aumento está dado por el incremento en el uso de tomografías, medicina nuclear y otros procedimientos radiológicos (15).  En 2010 se estima que se efectuaron 182.9 millones de placas de rayos-X en los departamentos de radiología en Estados Unidos.
Hay estudios epidemiológicos que demuestran la asociación entre el incremento de la exposición a la radioterapia y el desarrollo de cáncer en diferentes épocas de la vida.  Se ha demostrado que niños expuestos a radiación nuclear (19)  o niños tratados con radioterapia por condiciones benignas o cáncer tuvieron un incremento en el riesgo de desarrollar cáncer en el transcurso de su vida (20).  Otras evidencias también indican que la exposición a radiología diagnóstica en niños y adolescentes puede tener implicaciones en el riesgo de desarrollar cáncer.  Los exámenes radiológicos diagnósticos repetidos en adolescentes y mujeres jóvenes seguidos por escoliosis (21) y tuberculosis (22) han sido asociados con incremento  del riesgo de cáncer de mama (23, 24).
En Estados Unidos se siguió un grupo de 5,466 mujeres con diagnóstico de escoliosis a quienes se les efectuaron una media de 25 radiografías desde el diagnóstico hasta llegar a la adultez, tenían 70% más de riesgo de morir de cáncer de mama que las mujeres en la población general.  Hubo  77 muertes por cáncer de mama entre este grupo de pacientes; y solo es esperaban 46 según las tasas calculadas de mortalidad de Estados Unidos. Los investigadores encontraron que el riesgo de morir de cáncer de mama aumentó significativamente con el número de rayos X, así como con el aumento de la dosis de radiación acumulada estimada. La conclusión de estos autores fue que los pacientes que recibieron dosis acumuladas de más de 20 cGy (la medida de la cantidad de energía de radiación absorbida por el tejido irradiado) tenían más de tres veces el riesgo de morir de cáncer de mama que las mujeres en la población general (25).
Otro estudio realizado en Inglaterra investigó la exposición radiante ocasionada por las tomografías computarizada encontrando que los niños que recibieron  dosis acumuladas de 30 cGy a la médula ósea tenían 3 veces el riesgo de leucemia en comparación con los que recibieron una dosis de 5 cGy o menos (26).

Un estudio realizado en Australia de la exposición a la radiación ocasionada por las tomografías realizadas durante la infancia y adolescencia, encontró que después de un promedio de alrededor de 9 años y medio, los que tenían una tomografía computarizada tenían un 24 % más de riesgo de cáncer en general. El riesgo de cáncer fue directamente proporcional al número de tomografías realizadas, y era también mayor cuanto más joven era la persona en el momento de llevar a cabo el estudio (26).

Se hizo una revisión de la relación entre escoliosis y cáncer de esófago, hay pocos casos y no se encontraron series de casos publicados, seguramente por la baja incidencia de esta neoplasia comparándola con el cáncer de mama.

“Estos resultados proporcionan una indicación más de que la exposición a radiación, especialmente en la infancia, se asocia con un mayor riesgo de cáncer… más tarde en la vida, y que la cantidad de riesgo es proporcional a la dosis de radiación” como menciona el Dr. Michele M. Doody, epidemiólogo Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos, todos debemos trabajar en conjunto para evitar las dosis de radiación innecesarias a los pacientes y reducir el riesgo de cáncer en los pacientes con escoliosis y en general. Cuando se utilizan equipos analógicos siempre debe utilizarse protector mamario plomado y en todos los equipos, sean analógicos o digitales, hay que realizar la radiografía en proyección posteroanterior y con técnicas optimizadas de baja dosis.  Hay que seguir siempre el principio ALARA (as low as reasonable achievable) para obtener imágenes diagnósticas de calidad con la dosis lo más baja posible (27).













Fig. 1. Aspecto endoscópico de la lesión en tercio medio del esófago, lesión de 2 cms de diámetro, obstruye el 40% de la luz esofágica

Fig. 2. Histología de adenocarcinoma de esófago

 

Fig. 3. Paciente con curva escoliótica Torácica principal convexidad derecha



 Bibliografía:
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4.       Davids JR, Chamberlin E, Blackhurts DW.  Indications for magnetic resonance imaging in presumed adolescent idiopathic scoliosis.  J Bone Hoint Surg Am.  2004:86-A:2187-95.
5.       Wright N.  Imaging in scoliosis.  Arch Dis Child. 2000;82:38-40.
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8.       Hansen J, Jurik AG, Filrgaard B, Egund N.  Optimitisation of scoliosis examinations in children.  Pediart Radiol, 2003;33:752-65
9.       Nash CL, Jr. Gregg Ec, Brown RH Risk of exposure to x-rays in patients undergoing  long term treatment  for scoliosis.  J Bone  Joint Surg Am.  1079;61:371-4
10.    Presciutti SM, Karukanda T,  Lee M.  Management decisión for adolescent idiopathic scolisois significantly affect patient radiation exposure.  Spine J. Off J North Am Spine Soc (Internet).  10 de diciembre de 2013.  Disponible en: http://www.thesninejournalonline.com/article/15-29-9430%2813%2901970-0/abstract
11.    Levy AR, Goldberg MS, Hanley JA, Mayo NE, Poitras B.  Projectin the lifetime risk of cáncer from exposure to diagnostic ionizing radiation for adolescent idiopathic scolisosis.  Health Phys.  1994;66:621-33
12.    Morin Doody M, Lonstein JE, Stovall M, Hacker DC, Luckyanow N, Land CE.  Breast cáncer mortality after diagnostic radiografpy: findings from the U.S. Scoliosis Cohort Study.  Spine. 2000;25:2052-63.
13.    Ronckers CM, Doody MM, Lonstein JE, Stoval M, Land CE.  Multiple diagnostic X-rays for spine deformities and risk of breast cáncer.  Cancer Epidemiol Biomark Prev Publ Am Assoc Cancer Res Cosponsored.  Am Soc Prev Oncol.  2008;17:605-13.
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15.    Martha SL, Thomas LS, Donald LM, Ruth K.  Cancer risk with external radiation from diagnostic imaging procedures.  CA Cancer J Clin.  2012;62:75-100.
16.    International Commission on Radiation ProtectionThe 2007 Recommendations of the International Commission on Radiological Protection. ICRP Pub. No. 103Ann ICRP. 2007371-332.
17.    Court-Brown WM and Doll R.  Mortality from cancer and toher causes after radiotherapy for ankylosing spondylitis.  Br. Med J. 2:1327,1965.
18.    Hutchison GB. Leukemia in patients  with cancer and other causes treated with radiation.  A report covering the first five years of an international study. J natl Cancer Inst 40:951, 1968
19.    Preston DL, Cullings H, Suyama A.  et al. Solid Cancer incidence in atomic bomb survivors. 1958.1998.  Radiat Res.  2007;168:1-64
20.    Boice JD, Preston D, Davis FG, Monson RR.  Frecuent chest X-ray fluoroscopy and breast cancer incidence among tuberculosis patients in Massachusent.  Radiat Res 1001;125:214-222
21.    Ronckers CM, Doody MM, Lonstein JE, Stovall M, Land CE.  Multiple diagnostic X-rays for spine deformities and risk of breast cancer.  Cancer Epidemiol Biomarkers Prev.  2008;17:605-613
22.    Ron E.  Cancer risks from medical radiation.  Health Phys.  2003;85:47-59.
23.    Howe CR, McLaughlin J. Breast Cancer Mortality between 1950 and 1987 after exposure to fractionated moderate-dose-rate ionizing radiation in the Canadian fluoroscopy cohorte study and a comparison with breast cancer mortality in the atomic survivor study.  Radiat Res. 1996;145:694-707.
24.    Pace N, Leonardo R, Negrini S.  A comparison approach to explain risks related to X-ray imaging for scoliosis, 2012 SOSORT award winner.  Scoliosis.   2013;8:11.
25.    Doody, Michele Morin, et al., “Breast Cancer Mortality After Diagnostic Radiography: Findings from the U.S. Scoliosis Cohort Study,” Spine, August 15, 2000, vol. 25, no. 16.
27.    Goya E, Piquieras J, Catala A, Oliva G, et al.  Optimización del estudio radiológico de la escoliosis.  Med Clin (Barc), 2014:143(Supl 1):62-67




























 



 




















miércoles, 28 de enero de 2015

Manejo del dolor en el paciente con cancer

Manejo del dolor en el paciente con cáncer.
El dolor en los pacientes con cáncer es un evento extraordinariamente frecuente (60%). A esta percepción física se suma a la carga psicológica que significa un diagnóstico incierto y en ocasiones mortal. El correcto manejo del dolor no solo mejora la calidad de vida del paciente, sino que puede ser incluso una pieza fundamental del tratamiento. Desde el punto de vista patogénico el dolor puede ser de tres tipos:
Somático, el cual es el tipo más común en la vida diaria. La ubicación tiende a ser localizada. Involucra a los receptores de piel, hueso y periostio. Un ejemplo de dolor oncológico somático es el causado por las metástasis en hueso. Este dolor se transmite por las fibras C y A.
Visceral, que corresponde al dolor originado en una víscera o meso visceral. Es mal localizado. Tiene características de cólico. Se asocia a síntomas neurovegetativos y tiene una alta representación límbica. Un ejemplo oncológico es el del cáncer de páncreas. El dolor viaja a través de las vías simpáticas.
Neuropático, que se observa por ejemplo en una hernia del núcleo pulposo. Es mal localizado y difícil de describir. Se acompaña de déficits neurológicos. La patogenia es parcialmente desconocida. Tiende a ser refractario a la terapia farmacológica (especialmente opioides). Se clasifica en irritativo y deficitario (causalgia).
La evaluación del dolor en el paciente con cáncer es importante tanto para el manejo del dolor como de la causa subyacente. Debe precisarse la intensidad (mediante una escala visual análoga o EVA), tipo, ubicación, síntomas asociados, factores modificadores y el estado emocional del paciente, ya que todo esto servirá como método para medir la eficacia de la terapia.
A pesar que el dolor puede originarse en casi cualquier parte del organismo y que su patogenia es diversa, los dolores oncológicos se pueden sistematizar en los siguientes síndromes de dolor en cáncer:
Infiltración tumoral del hueso, que provoca dolor en columna vertebral, pelvis y huesos largos.
Infiltración tumoral del nervio, que afecta al plexo lumbar, braquial, médula espinal y meninges.
Infiltración tumoral de vísceras sólidas y huecas.
Dolor post-quirúrgico.
Mucositis, habitualmente causado por la quimioterapia.
También es importante considerar el pronóstico (distinguir entre cáncer curable y no curable), la evolución de la enfermedad y la calidad de vida del paciente. Esto permitirá planificar la agresividad e intensidad del tratamiento.
Manejo Farmacológico. Para el manejo del dolor oncológico disponemos de tres categorías de drogas: anti-inflamatorios no esteroidales (AINE), opioides, drogas coadyuvantes.
Para tratar un dolor, debemos considerar de qué tipo se trata. Así si el dolor es neuropático se preferirán los antidepresivos tricíclicos y bloqueos nerviosos, si es somático se usarán opioides y si se trata de dolor visceral se intervendrá sobre el SNS. Además debe siempre privilegiarse la vía oral de administración. Esto constituye el manejo racional del dolor en cáncer. Sin embargo existe un esquema recomendado de manejo (ver tabla K-3).
En la planificación del tratamiento hay algunas consideraciones generales que deben tomarse siempre en cuenta: el tratamiento debe ser individualizado; debe ser simplificado en la medida de lo posible en sus horarios y en su vía de administración; las drogas deben ser administradas por horario, de acuerdo a su cinética, indicando siempre dosis adicionales de rescate. Estos medicamentos en su mayoría son de ingesta oral y pueden ser manejados por médicos no especialistas en dolor.
Los AINE son usados para tratar dolor leve a moderado. Con estas drogas no se desarrolla tolerancia o dependencia. Presentan "efecto techo", es decir, después de cierta dosis ya no aumentan la analgesia. Los efectos adversos en orden de gravedad son: dispepsia, pirosis, epigastralgia, falla renal, falla hepática y muerte (raro). Los inhibidores de la COX-2 no parecen ser más eficaces.
Los opioides son la droga de elección en los dolores intensos. Estas drogas no presentan "efecto techo". Entre los efectos adversos tenemos constipación, náuseas, retención urinaria, confusión, sedación, inmunodepresión y depresión respiratoria (menos raro). Se ha demostrado que el uso de opiodes disminuye la sobrevida de los pacientes con cáncer. Las dosis deben ser manejadas muy precisamente, debido a la posibilidad de importantes efectos secundarios. Los pacientes oncológicos se encuentran en riesgo de desarrollar tolerancia y dependencia. Podemos distinguir opioides débiles (eg, codeína, hidrocodona, oxycodona, tramadol) y potentes (eg, morfina, hidromorfona, fentanil, metadona, levorfanol)
Las drogas coadyuvantes se utilizan para mejorar la eficacia de los opioides, tratar dolores concurrentes y para proporcionar analgesia independiente. Se pueden usar en cualquier etapa del tratamiento. Entre los coadyuvantes tenemos los corticoides, anticonvulsivantes, antidepresivos tricíclicos, benzodiazepinas, anestésicos locales, antihistaminicos y neurolépticos.
Manejo con Radiación. La radiación puede aliviar el dolor producido por metástasis y compresión local al disminuir el tamaño de la masa. El 75% de los pacientes presenta un importante alivio luego de la terapia. Para esto se puede utilizar radiación ionizante, partículas o fármacos radioactivos. El equilibrio entre volumen del blanco, dosimetría, fraccionamiento de la radiación, efecto antiálgico y complicaciones debe ser meticulosamente evaluado.
Manejo Quirúrgico e Intervencional. Los bloqueos nerviosos consisten en la sección química (fenol) o quirúrgica de un nervio periférico. Entre estas técnicas tenemos el bloque esplácnico (ie, sección del plexo celíaco), simpatectomía química lumbar y bloqueo neurolítico subaracnoídeo. La infusión continua subcutánea de morfina se recomienda para aquellos pacientes en los que no es posible la administración oral de la droga (eg, vómitos persistentes). Resulta útil, además, ya que puede ser el paciente quien controle la infusión. Un paso más agresivo consiste en la administración de morfina espinal, procedimiento que se utiliza en pacientes que no consiguen analgesia vía oral o en aquellos que los efectos adversos sistémicos no son tolerables. La administración puede hacerse vía epidural o bien vía intratecal. Además es posible utilizar reservorios intratecales y bombas de infusión continua implantables. La cirugía se recomienda en aquellos pacientes con tumores de gran tamaño que causan dolor al comprimir u obstruir estructuras. En casos extremos, puede indicarse una mielectomía. En los pacientes oncológicos, además de las terapias analgésicas, es recomendable implementar un programa de apoyo psicológico.
Tabla K-3. Esquema de Indicaciones de Analgésicos (Según OMS).
 
AINE 
Opioide Débil 
Opioide Potente 
Coadyuvante 
Nivel 1. Dolor Leve  
Si 
No 
No 
Si 
Nivel 2. Dolor Moderado  
Si 
Si 
No 
Si 
Nivel 3. Dolor Intenso
Si 
No 
Si 
Si 
 

Detección oportuna del cáncer

Detección oportuna de Cáncer
Expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han delineado un panorama preocupante: la incidencia mundial del cáncer podría aumentar un 50% en las próximas dos décadas. Si los pronósticos del Informe Mundial del Cáncer que se hizo público ayer se cumplen, en 2020 serán diagnosticados 15 millones de nuevos casos. El último registro conocido, correspondiente a 2000, consignó un total de 10 millones (5,3 millones en varones y 4,7 en mujeres).
La concepción actual sobre el origen de la enfermedad gira en torno a la presencia de múltiples factores (multifactorialidad), los cuales pueden estar relacionados directa e indirectamente, y tener diferentes pesos en la etiopatogenia de una enfermedad. Existen varias formas de clasificación de los factores de la enfermedad. Una de éstas los relaciona de lo macro a lo micro; así pueden ser: medioambientales, socioeconómicos, culturales, conductuales, sistémicos y locales.
Cáncer de seno o mama

Figura 2
Autoexamen de los senos. El examen de los senos por la misma persona, debe ser una práctica rutinaria a partir de 20 años de edad. El examen debe hacerse cada mes en una época que no coincida con la menstruación y de acuerdo con un procedimiento que se describe a continuación: De pie frente a un espejo y con el torso desnudo, levante sus manos sobre la cabeza y observe cuidadosamente sus senos para descubrir anormalidades tales como fluidos de los pezones, pequeños hoyuelos o descamaciones de la piel (figura 2).

Figura 3
Figura 4

 
Entrelace las manos detrás de la cabeza y presiónelas hacia adelante. Enseguida afirme las manos sobre la cadera y arquee los brazos suavemente hacia el espejo, mientras empuja sus hombros y codos hacia adelante. Con este sabrá si hay o no cambios en el contorno de los senos (figura 3).
Ahora examínelos manualmente. Puede hacerlo mientras se ducha, pues la piel mojada y enjabonada facilita el desplazamiento de los dedos. Levante el brazo izquierdo y con los dedos de la mano derecha palpe su seno izquierdo firmemente y en toda su extensión, comenzando por la orilla más externa en pequeños círculos, lentamente y alrededor del seno, acercándose lentamente hacia el pezón (figura 4).
Ponga especial atención en el área comprendida entre el seno y la axila y en la axila misma. El examen debe hacerlo de tal manera que se presione el tejido mamario contra las costillas. Trate de sentir la presencia de alguna masa o abultamiento inusual. Oprima suavemente el pezón para verificar que no presenta fluidos anormales (figura 5).
Realice el mismo paso con su seno derecho, y la mano izquierda.
Repita el segundo paso mientras reposa sobre una superficie lisa, con uno de los brazos sobre la cabeza y una almohada o una toalla doblada bajo su hombro, en el costado que va a examinar.

Figura 3
Figura 4
Una de las alteraciones más frecuentes de los senos es la llamada enfermedad fibroquística, caracterizada por pequeños quistes e induraciones que le dan a los senos una apariencia irregular a la palpación.
Señales de alarma. Salida de algún líquido a través del pezónCambios en la apariencia física del pezón
Secreción crónica de un líquido sanguinolento o del pezón. Cambios en el contorno y simetría de los senos. Tensión o picazón en alguno de los senos aún después del ciclo menstrual. Hoyuelos o hendiduras de la piel en alguno de los senos. Presencia de una masa
Existe gran controversia sobre la edad a la cual debe iniciarse la mamografía. Unos hablan de 40 y otros de 50 años de edad, quizás el concepto más aceptado. Varios estudios han concluido que se debe realizar en mujeres mayores de 50 años, una vez al año, como lo recomiendan la Sociedad Americana de Oncología Clínica.

Dieta, nutricion y cancer

Dieta, nutrición y cáncer: evidencias epidemiológicas
Dr. J. M. Martín Moreno
Director Escuela Nacional de Sanidad
Instituto de Salud Carlos III
Introducción
El hecho de que la dieta y los factores relacionados con la misma puedan estar implicados en la etiología y prevención de algunos cánceres ha sido y sigue siendo un tema de actualidad. En 1981, Doll y Peto sugerían que el 35% (10-70%) de los cánceres ocurridos en EE.UU. podrían ser debidos a factores dietéticos, pero dado que el intervalo de confianza de este porcentaje era tan amplio quedaba mucho por estudiar e investigar para hacer una afirmación sólida sobre la relación que nos ocupa. Desde distintas perspectivas de investigación nivel básico, clínico y epidemiológico, los conocimientos alcanzados apuntan a que esta hipótesis tiene fundamento y que las estrategias que puedan realizarse en los cambios dietéticos pueden ser de relevancia operativa para prevenir el cáncer, o al menos algunos tipos de cánceres. Los datos más recientes indican como valor medio que alrededor de un 32% (20-42%) de las muertes por cáncer son debidas al tipo de dieta (Willett, 1995).
En este sentido y apuntando una de las perspectivas pragmáticas del tema, Potter (1997) estima que si se produjera un incremento promedio de 2,5 veces en la ingesta de frutas y verduras en el mundo podría llegar a prevenir hasta un 33% el total de cánceres de pulmón, de órganos gastrointestinales y de cuello de útero.
Tomando como punto de partida los dos actuales informes sobre el tema que nos ocupa, uno realizado por el Chief Medical Officer's Commmittee on Medical Aspects of Foods (COMA), y el otro por una comisión encargada directamente por la Fundación World Cancer Research, donde se recogen todos los actuales hallazgos sobre las evidencias, fundamentalmente epidemiológicas, de la asociación entre dieta y cáncer, describiré de forma resumida los principales factores nutricionales relacionados positiva o negativamente con la aparición del cáncer. 
El efecto de los componentes alimentarios y nutricionales en el desarrollo del cáncer
Los alimentos que consumimos cada día contienen cientos de sustancias químicas específicas, algunas todavía pobremente caracterizadas, desde un punto de vista bioquímico, mientras otras sólo están descritas de forma imprecisa o compleja.
Paralelamente hay que tener en cuenta que la ingesta de esta dieta conlleva subyacentemente la interacción de sus componentes entre sí y con otros factores genéticos y ambientales. Por tanto, la exposición humana a la dieta es un factor difícilmente abordable como factor único de asociación causal. La complejidad de la interacción entre componentes dietéticos y el metabolismo de los mismos han de tenerse en cuenta en el abordaje analítico de los resultados de los estudios sobre dieta y cáncer, el aislamiento y determinación de los componentes alimentarios y nutricionales potencialmente cancerígenos.
Para complementar la información presentada se incluyen (en tabla 1 y tabla 2) una descripción de la influencia de factores dietéticos y otros (fundamentalmente hábitos de vida) relacionados con el riesgo de padecer cáncer, según localización tumoral.  

 

 

 
TABLA 1: Factores dietéticos relacionados con el riesgo de padecer cáncer según localización tumoral
Localización neoplásica 
Probable incremento del riesgo 
Probable efecto protector (menor riesgo) 
Posible incremento del riesgo 
Posible efecto protector (menor riesgo) 
Pulmón  
  
  
Alcohol, Carne
Frutas y verduras 
Mama 
Alcohol, Carne roja
Vegetales 
  
Frutas, Fito-estrógenos
Colo-rectal  
Carne roja
Carne procesada 
Vegetales
Polisacáridos no refinados (fibra)
Alcohol
Grasa 
Folatos 
Estómago 
Sal , Alimentos en adobo y salazón
Frutas y verduras Vitamina C
  
Carotenoides 
Próstata 
  
Vitamina E 
Carne (roja), Grasa
Vegetales 
Cérvix uterino 
  
Frutas y verdura 
  
Folatos  
Vejiga 
  
Frutas y verduras 
  
  
Esófago
Alcohol 
Frutas y verduras 
  
  
Hígado 
Alcohol 
  
  
  

 
REFERENCIAS
Chesson A, Collins A. Assessment of the role of diet in cancer prevention. Cancer Lett. 1997; 114:237-245.
Chief Medical Officer's Committee on Medical Aspects of Food. Nutritional aspects of the development of cancer. London: Stationery Office, 1998.
Doll R, Peto R. The causes of cancer: quantitative estimates of avoidable risks of cancer in the United States today. J Natl Cancer Inst 1981; 66:1191-1308.
Hill MJ. Diet, physical activity and cancer risk. Public Health Nutr 1999; 2:397-401.
Potter JD. Diet and cancer: possible explanations for the higher risk of cancer in the poor. IARC.Sci.Publ. 1997; 265-283.
Prasad KN, Cole W, Hovland P. Cancer prevention studies: past, present, and future directions. Nutrition. 1998; 14:197-210.
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