lunes, 26 de enero de 2015

Cancer de colon y recto

CARCINOMA COLORRECTAL:
Dr. J.Ortego Fernández de Retana, Dr. J. Alcedo, Dr. C. Cebrián y Dra. Mª. J. Palacios
Hospital Clínico Universitario "Lozano Blesa" de Zaragoza
En orden de frecuencia, el CCR es la segunda neoplasia interna, tras el cáncer de pulmón, en hombres y el de mama en mujeres. Y aún más, si consideramos la incidencia global en ambos sexos, esta enfermedad llega a ser la más importante y la primera causa de muerte por cáncer en países occidentales.
En nuestra experiencia, alrededor del 50 % de los CCR debutan como una urgencia quirúrgica, por síndrome oclusivo intestinal. Este dato expresa elocuentemente otra de sus características, como es la relativa pobreza de las manifestaciones clínicas de su existencia, hasta estadios muy avanzados.
A ello hay que añadir, y este es uno de los hechos más dramáticos, el que después de tantos esfuerzos empleados en mejorar la supervivencia al cáncer de colon, y a pesar de los progresos en el conocimiento de la etiopatogenia y en el perfeccionamiento de los medios de diagnóstico precoz, ésta se mantiene estable, en torno al 50%, en los últimos 30 o 40 años.
Este hecho obliga a dirigir los esfuerzos de investigación y manejo del problema hacia el campo de la terapéutica, tanto en la mejora de los tratamientos coadyuvantes a la cirugía, como en sus indicaciones, lo que implica una adecuada evaluación pronóstica de cada caso, no sólo post-operatoria sino también pre-operatoria.
Otro campo de actuación en la mejora de la supervivencia, lo constituye el control de los grupos de alto riesgo.
Dada la imposibilidad, fundamentalmente socioeconómica, de realizar amplias campañas de cribaje de CCR, resulta inexcusable la actuación al menos sobre los grupos de alto riesgo, es decir, el estudio de los individuos en los que la posibilidad de aparición de CCR es mayor que en la población standard.
Entre estos Factores de Alto Riesgo, o Condiciones y Lesiones precancerosas, se han descrito los siguientes:
Edad. Aunque existe un grupo de pacientes "jóvenes para cáncer" (de menos de 40 años de edad), el CCR es un carcinoma de personas de más de 50 años, con un pico máximo de incidencia alrededor de los 70.
Dieta. Es un factor controvertido pero algunos datos sugieren que dietas ricas en grasas (carne roja, alimentos fritos y productos diarios ricos en grasas) incrementan la posibilidad de desarrollar CCR, mientras que dietas ricas en fibras (frutas, vegetales, cereales integrales) parecen reducir el riesgo. El efecto de otras numerosas sustancias como minerales, vitaminas y fármacos está actualmente en estudio.
Herencia. Los factores genéticos parecen determinar una susceptibilidad personal al CCR, mientras que la dieta y otros factores ambientales podrían determinar cuales de los individuos al riesgo desarrollarán realmente la enfermedad. Alrededor del 80% de los pacientes con CCR corresponde a casos esporádicos, sin evidencia aparente de tener una alteración hereditaria. El 20% restante de los pacientes, tiene una historia familiar de CCR que sugiere una contribución genética, exposiciones ambientales comunes a los miembros familiares o una combinación de ambos. Se han identificado mutaciones genéticas como causa de riesgo heredado de cáncer en algunas familias con tendencia al cáncer. Estas mutaciones supondrían sólo un 5-6 % de los casos de CCR. Se necesitan, al menos, de 5 a 7 alteraciones moleculares de grado mayor para que una célula epitelial normal progrese de manera clonal hasta el carcinoma. Algunos cambios importantes pueden incluir pérdida de cromosomas 5q, cromosoma 18q, cromosoma 17p y mutación de los oncogenes k-ras (p21) y c-myc (p26). Las pérdidas cromosómicas se asocian con inestabilidad en un nivel cromosómico y molecular. Entre los sucesos más tempranos en la vía de progresión del CCR, está la pérdida del gen APC, lo que parece ser consistente con su importante papel en predisponer a ciertas personas, con mutaciones en la línea germinal, hacia tumores colorrectales. Las alteraciones adquiridas, o heredadas, en los genes de reparación del DNA, también juegan un papel predisponente en las mutaciones. El conocimiento derivado del estudio de síndromes de cancer colorrectal hereditarios, proporciona claves importantes para el desarrollo de la progresión tumoral en personas sin anormalidades en la línea germinal.

Fig.1.Forma polipoide, enormemente fungante, de CCR. Un tipo macroscópico raro y cuyo gran tamaño no se asocia necesariamente a mal pronóstico, como sucede en otros tumores.  

 
4. Pólipos colorrectales.
Los pólipos del intestino grueso son sobreelevaciones respecto del nivel de la mucosa, determinadas por múltiples procesos patogénicos.
Se pueden dar como elementos únicos, o formando pequeños grupos de dos o tres pólipos, o bien en el contexto de una poliposis, en la que aparecen como múltiples elementos.
En tanto que su potencial de malignización depende de su naturaleza histogenésica, es conveniente clasificarlos según esta base en los siguientes tipos:

El potencial maligno de los adenomas reside fundamentalmente en factores como: tamaño, presencia de pedículo, patrón velloso y grado de displasia.
El tamaño es el predictor de malignidad más sencillo y práctico. Los pólipos inferiores a 6 mm no tienen prácticamente riesgo de presentar CCR infiltrante.
Los pólipos entre 1 y 2 cm de diámetro tienen un riesgo del 5% de albergar ya CCR, y este riesgo supera el 10% en los pólipos mayoes de 2 cm de diámetro.
Pedículo: más del 50% de los pólipos sesiles tienen alto riesgo de malignidad, que contrasta con el 10% de riesgo existente en los pediculados.
Los adenomas vellosos tienen más probabilidad de malignizarse que los tubulares.
Displasia epitelial: a mayor grado de displasia epitelial más posibilidad de malignización.
La condición paradigmática del potencial de malignización de los adenomas se da en la Poliposis Adenomatosa Familiar Coli, que es una enfermedad genéticamente determinada, debida a una mutación en un gen dominante no ligado al sexo, situado en el cromosoma 5, el gen APC (Adenomatous Poliposis Coli). En esta enfermedad, la mucosa colorrectal está poblada por cientos, o miles, de adenomas, que dejados a su evolución natural, determinan, en el 100 % de los casos, la aparición de uno o varios Adenocarcinomas.

Fig. 2. Superficie de sección de otro tumor polipoide grande de colon, que pese a su considerable tamaño infiltra muy poco en profundidad el espesor de la pared intestinal. 

 

Fig.3. Tipo ulcero-excavado y estenosante, " en servilletero". La forma macroscópica más frecuente de CCR. 

 
Secuencia adenoma-carcinoma
Resulta pues evidente que la lesión con mayor riesgo de originar un CCR es el adenoma, Este hecho suscitó la teoría de la denominada "Secuencia Adenoma-Carcinoma", que sostiene que los adenomas pueden dar lugar a CCR, y que, si no todos, la mayoría de estos se originarían por malignización de adenomas.
Algunas de las bases que sustentan esta hipótesis son las siguientes:
1. Coexistencia de CCR y adenoma. Cuando el CCR es solitario, se da esta asociación en el 30% al 25% de los casos.
2. Cuando el CCR es sincrónico (aparición simultánea de dos o más carcinomas), la coexistencia con adenomas se da en el 75 % de los casos.
3. La posibilidad de desarrollar CCR metacrónico (otro carcinoma que aparece años más tarde de haber padecido y curado el primer CCR) en otra parte del colon, es mayor si existe algún adenoma en el especímen quirúrgico inicialmente resecado.
La posibilidad de desarrollar otros adenomas o cáncer metacrónico es más alta si en el exámen incial del colon extirpado había más de un pólipo.
4. El riesgo acumulativo de desarrollar CCR en pólipos del colon no resecado, es del 2,5% a los cinco años, del 8% a los diez años y del 24% a los veinte años.
5. Algunos CCR conservan zonas marginales de adenoma, el denominado "adenoma residual".
6. En algunos adenomas podemos ver signos de microinvasión constituyentes de formas incipientes de CCR, que, a no dudar, se habrán originado en un tumor que en su mayor extensión es todavía un adenoma.
7. Coincidencia de localización geográfica y anatómica. La incidencia de adenomas es más alta precisamente en las áreas geográficas en las que se da más CCR. Por otra parte, los adenomas son más frecuentes precisamente en las regiones del colon donde el CCR es también más frecuente.
8. Modelo experimental animal: en los estudios de carcinogénesis colorrectal experimental por Dimetilhidracina en la rata Sprague-Dawley, hemos comprobado cómo primeramente aparecen adenomas, que con el tiempo se malignizan 
Síndrome de cáncer familiar o Síndrome Linch II. Consiste en la conjunción de las características del Síndrome de Linch I y la aparición de carcinomas en otros miembros de la familia, localizados en útero, ovario, estómago.

Fig. 8. Poliposis Adenomatosa Familiar Coli. Cientos de adenomas pueblan la mucosa colorrectal. 
 EVOLUCIÓN DEL CCR
Se puede intentar predecir la supervivencia global y, por extensión, de cada caso concreto, de CCR analizando una serie de factores de grado y estadio, que brindan además información útil para su manejo oncológico, lo cual puede influir, y a veces decisivamente, en la supervivencia última del caso, ya que se está viendo que el tratamiento oncológico (quimio y radioterapia), pre y postoperatorio pueden modular positivamente, en algunos, casos dicha evolución.
Estos factores de grado y estadio son algunas de las herramientas necesarias para el diseño del manejo del caso, en la oportuna "conferencia de cáncer" (reunión para análisis y toma de decisiones entre gastroenterólogo, patólogo, cirujano y oncólogo), de la que .saldrá la conclusión terapeútica a seguir finalmente.
El grado histológico de malignidad mide, de varias formas, el potencial de agresividad de un CCR. El grado sería como la potencia de un automóvil.
Los parámetros de grado son independientes de los de estadio.
Tabla 1. Analisis estadístico de la serie de CCR del HCUZ

Los factores de estadio sirven para analizar la extensión del CCR.
El estadio sería una especie de cuentakilómetros que nos informa del recorrido efectuado por dicho automóvil, y más concretamente, sobre el destino alcanzado, ya sea regional, nacional o internacional, siguiendo con el símil automovilístico.
Entre los factores de estadio se deben de considerar: extensión de la infiltración tumoral de la pared intestinal y más allá de la misma, invasión de órganos vecinos, metástasis linfoganglionares y metástasis viscerales en órganos a distancia.
Los parámetros de estadío y de grado se correlacionan con la recidiva neoplásica. Los de grado, fundamentalmente con la recidiva local, y los de estadío (especialmente la invasión linfoganglionar y vascular) con las metástasis a distancia.  

 

 

 
SISTEMA DE ESTADIOS de la UICC:
Tumor primario (T):
Tx: se desconocen las características del tumor primario.
T0: no hay evidencia de tumor primario.
Tis: carcinoma in situ.
T1: invasión submucosa
T2: invasión de muscular propia.
T3: invasión a través de la muscular propia en subserosa o en tejidos pericolónicos no peritoneizados o tejidos perirrectales.
T4: el tumor perfora el peritoneo visceral o la cavidad peritoneal e invade otros órganos o estructuras.
Ganglios linfáticos regionales (N):
Nx: características desconocidas.
N0: no hay metástasis linfoganglionares regionales.
N1: metástasis en cuatro o más ganglios linfáticos pericolónicos o perirrectales.
N2: metástasis en cualquier ganglio linfático a lo largo del curso de un tronco vascular determinado.
Metástasis a distancia (M):
Mx: se desconoce.
M0: no hay metástasis.
M1: hay metástasis.
GRUPOS DE ESTADIO:
Estadio 0: Tis N0 M0
Estadio 1: T1 N0 M0, T2 N0 M0
Estadio 2: T3 N0 M0, T4 N0 M0
Estadio 3: cualquier T N1 M0, cualquier T N2 M0
Estadio 4: cualquier T, cualquier N, M1
Relación entre grado de malignidad, estadio y pronóstico.
En relación con la evaluación pronóstica de CCR, la clasificación Dukes, adolece de un defecto, y es que con ella se pueden predecir, con cierta precisión los grupos extremos, es decir, los casos A, que son alrededor del 15% y la mayoría de los cuales van a sobrevivir, y los casos C2, que son el 10%, la mayor parte de los cuales fallecerán por el CCR.Realizada la puntuación referida previamente, dividen los pacientes en cuatro grupos:
Grupo I (0-1 punto) 94% supervivencia 5a
Grupo II (2 puntos) 83%
Grupo III (3 puntos) 56%
Grupo IV (4-5 puntos) 27% 
Hay un grupo pequeño, pero transcendente, de casos de CCR que no cumplen la espectativa pronóstica prevista, de acuerdo a los factores pronósticos convencionales, Esto se da especialmente en los casos A que siguen una mala evolución, y en los que se podría abundar en el estudio anatomopatológico para intentar mejorar la previsión.
1. Biopsia preoperatoria endoscópica y ccr.
Ante la sospecha clínica de la existencia de un CCR resulta muy útil, realmente inexcusable, la práctica de una fibrocolonoscopia, con toma de biopsias, que permiten obtener una valiosa información.
2. Concepto de carcinoma en el intestino grueso.
En el colorrecto, hay condiciones especiales que son de gran importancia, porque los tumores con invasión solamente de la mucosa (incluída la lámina propia y la muscularis mucosae), y a pesar de constituír un crecimiento infiltrante intramucoso, no tienen potencial de metastatizar
Puesto que las metástasis sólo pueden esperarse cuando el tumor ha invadido por lo menos la submucosa, sólo en este momento, o estadio de infiltración, podemos llamar carcinoma a la neoplasia.  
3. Diagnostico histopatológico y estadio del ccr
Una de las piedras angulares de la medicina científica es que el diagnóstico debe de hacerse antes de que se inicie el tratamiento.
A pesar de los avances en las técnicas de imagen, la histopatología proporciona todavía el diagnóstico más fiable. El patólogo debe no sólo identificar los tumores, sino también clasificarlos.
Este hecho ha alcanzado una creciente importancia en los últimos años, ya que la oncología clínica intenta individualizar el tratamiento en relación con la situación de cada caso concreto.
De aquí, que la caracterización correcta de los tumores tenga un significado especial.
Los parámetros utilizados que tienen más importancia son:
1.- Clasificación histológica, o tipo tumoral (ya comentado).
2.- Determinación del grado histológico de malignidad, o grado (ya comentado).
3.- Determinación de la extensión anatómica del tumor o estadio (ya comentado).
4.- Confirmación de la presencia o ausencia de tumor residual tras el tratamiento.


 
El tipo y grado tienen gran trascendencia a la hora de tomar la decisión sobre un tratamiento limitado, por ejemplo una polipectomía endoscópica o una excisión quirúrgica local.
Especialmente en tumores de alto grado, indiferenciados y de células pequeñas, así como en casos en los que hay una indiscutible prueba de invasión linfática, existe un riesgo significativo de que hayan tenido lugar ya metástasis linfoganglionares, de tal forma que las técnicas limitadas pueden contemplarse sólo en casos incurables, como los determinados por existencia de metástasis a distancia, o en aquellos pacientes con un estado general muy pobre.
Las indicaciones para un tratamiento postoperatorio con radio o quimioterapia se ven considerablemente influidas por el conocimiento exacto de la existencia o no de tumor residual (clasificación R).
El riesgo se puede determinar con más fiabilidad utilizando la clasificación histológica de tipo, grado y estadio.
Se pueden esperar recidivas locales especialmente cuando ha habido perforacion yatrogénicas inadvertidas del tumor, en casos de alto grado, diseminación linfática extensa (pN2/3), e invasión extensa del tejido perirrectal, así como cuando hay una distancia mínima entre el margen tumoral y la superficie serosa /mesocolónica del tejido pericolorrectal de la pieza quirúrgica.
Hay riesgo elevado de metástasis a distancia en tumores de alto grado y cuando hay evidencia de invasión extramural, especialmente de venas de pared gruesa y de diseminación linfática extensa. Con todo ello, el diseño del procedimiento terapéutico se puede realizar en las mejores condiciones.
La mayor parte de los pacientes con cáncer de recto situado en el tercio medio y superior pueden beneficiarse de una resección y restauración de la continuidad intestinal. Sin embargo, en aquellos pacientes con tumores situados en el tercio inferior existen diferentes alternativas quirúrgicas. Cada vez son más los autores que abogan por la cirugía local frente a técnicas más radicales, en casos seleccionados de carcinomas. Se impone la necesidad de una adecuada selección preoperatoria, y es aquí donde la ecografía endorrectal se está mostrando como la técnica de imagen más precisa para dicha selección, por delante de otras técnicas como la TC y la RNM. Así tumores en estadios T1N0, T2N0 tienen una baja probabilidad de tener ganglios linfáticos metastáticos y en estos casos está indicada la excisión local más tratamiento adyuvante.
La ecografía endorrectal nos va a permitir seleccionar aquellos pacientes que pueden beneficiarse de tratamientos complementarios (T3N1 y T4), además de evitar irradiaciones necesarias en aquellos pacientes en los que no está indicado. Debemos destacar su papel en el seguimiento de los pacientes intervenidos de cáncer rectal para la detección precoz de las recidivas locales y en el estudio de las lesiones extrarrectales.
Numerosos estudios coinciden en que la fiabilidad de la ecografía endorrectal es superior al 90% para determinar la invasión de la pared rectal, sin embargo las cifras en cuanto a la afectación ganglionar son más pobres (50-75%).
El principal problema reside en la dificultad en diferenciar los ganglios inflamatorios de los metastáticos. Demostrada su eficacia en la invasión local de la pared rectal la mayoría de los grupos de trabajo orientan su esfuerzo en la búsqueda de parámetros ecográficos que permitan discriminar los ganglios tumorales para propiciar la difusión definitiva de esta técnica.

 
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